METODO 10A - Anabel Ferreirós
APRENDIZAJE METACOGNITIVO EN 10 PASOS
01 marzo 2024
28 febrero 2024
02 octubre 2023
MUJERES CIENTÍFICAS EN LA HISTORIA
Una de las científicas
más prominentes fue Margaret Cavendish, quien provenía de una familia
inglesa aristocrática. Ella escribió “Observaciones sobre Filosofía
Experimental”, donde criticaba la creencia que decía que los humanos podían
dominar la naturaleza. Interesada en todo tipo de ciencias, fue la primera
mujer en ser recibida en la Royal Society de Londres. Participó en
discusiones sobre la materia y el movimiento, la existencia del vacío, la
percepción y el conocimiento. También en la formulación de las primeras teorías
moleculares. Llegó a escribir diez libros de filosofía natural (lo que hoy se conoce
como Física).
En Alemania,
muchas mujeres fueron astrónomas, la mayoría de las cuales trabajaban en
observatorios familiares. Entre 1650 y 1710, las mujeres llegaron a representar
el 14% de todos los astrónomos alemanes. La más famosa fue María Winkelman.
Ella se casó con un astrónomo y se convirtió en su asistente. Hizo
contribuciones originales a la astronomía, incluyendo el descubrimiento de un
cometa. Cuando su esposo falleció, ella se postuló para ser astrónoma de la
Academia de Berlín, pero fue rechazada por ser mujer y no tener un título
universitario. Temían dar un mal ejemplo contratando a una mujer.
María Sibylla Merian
fue una botánica y entomóloga alemana, conocida por las ilustraciones
artísticas de plantas e insectos que realizó. Ella viajó a Sudamérica e ilustró
las plantas y los animales propios de este continente. Registró gráficamente
la metamorfosis de las mariposas. Los dibujos de
plantas, serpientes, arañas, iguanas y coleópteros tropicales
realizados por su mano, son considerados incluso hoy en día como obras de arte
y coleccionados por aficionados de todo el mundo.
En Matemática,
la italiana María Gaetana Agnesi fue la primera mujer en escribir un
libro de Matemática y la primera en ser nombrada Profesora de la Universidad de
Bolonia de dicha materia. Fue considerada una niña prodigio. En 1748 escribió
una de las primeras y más completas obras sobre análisis infinitesimal. Se
dedicó a la geometría analítica y al cálculo también.
La reina
Cristina de Suecia llevó a Descartes a Estocolmo para asistir en el
desarrollo de reglas para la nueva Academia de Ciencias de Suecia. Creó varias
academias en Europa, financió excavaciones arqueológicas, construyó un
observatorio en su palacio (a cargo de dos astrónomos) y fue mecenas de varios
artistas.
Emilie
du Chatelet fue una
matemática, física y filósofa francesa. Su libro “Las Instituciones de la Física” fue la obra que le daría
el reconocimiento del mundo científico. Se trataba de un amplio y profundo
tratado que ofrecía el estado de la física en su época, y en el que mostraba su
posición respecto de Newton. Además, tradujo varios libros de física al francés.
Y escribió junto con Voltaire otros. Tenía amplios conocimientos matemáticos y
era una gran traductora.
Maria
Cunitz, fue una astrónoma y matemática polaca. La
publicación del libro Urania propitia en 1650 le valió una gran
reputación en la época en Europa. Su esposo Elias von Löwen escribió un
prefacio para disipar rumores acerca de la autoría de la obra, así como señal
de apoyo hacia su esposa. Urania propitia proponía una simplificación en
los cálculos de las Tablas rudolfinas publicadas por Johannes Kepler, corrigiendo varios errores
matemáticos.
Elisabeth
Hevelius fue una astrónoma polaca, llamada la “madre de las
cartas lunares”. Trabajó junto con su esposo, el astrónomo Johannes Hevelius. A
la muerte de su esposo, publicó “El Prodromus Astronomiae”, que consistía de
tres partes: un prefacio, un catálogo de estrellas y un atlas de constelaciones.
El prólogo o Prodromus describía la metodología y la tecnología
utilizada para crear el catálogo de estrellas. El planeta menor 12625
Koopman fue nombrado en su honor, así como el cráter Corpman en Venus.
14 septiembre 2023
16 mayo 2023
10 abril 2023
EL POBLAMIENTO DE AMÉRICA
Para el siglo XVI eran muchos
los que se interesaban y opinaban sobre el poblamiento de América. Entre ellos
había religiosos, viajeros, funcionarios, militares e incluso los mismos
indígenas. Quienes se interesaban en el origen de los pueblos nativos
americanos y sobre su historia, se preguntaban sobre cómo arribaron las
primeras poblaciones humanas, de dónde vinieron y, especialmente, cuándo y por
qué medios lo hicieron. Así se propusieron algunas hipótesis como que eran
fenicios o descendientes de las tribus perdidas de Israel que llegaron navegando,
que estaban relacionados con la Atlántida, o con los chinos y muchas otras
propuestas -ahora- tan fantásticas como estas. Entre todos esos cronistas, hubo
uno que en el año 1590 propuso una teoría muy parecida a la que sostienen los
científicos desde fines del siglo XIX. Este era un jesuita llamado José De
Acosta, quien en aquel momento supuso que los primeros habitantes de nuestro
continente vinieron del norte de Asia y “...lo hicieron no tanto navegando por
mar, como caminando por tierra; y ese camino lo hicieron muy sin pensar,
mudando sitios y tierras poco a poco...” (De Acosta 1894:96-97). De Acosta
creía que ese recorrido lo habrían hecho por algún lugar aún desconocido en
aquella época, el cual se encontraría muy al norte de América y cerca de Asia.
También suponía que esos hombres habían sido cazadores que, persiguiendo
animales, “...hayan penetrado, y poblado poco a poco aquel nuevo mundo...” (De
Acosta 1894:422), y no con la intención de conquistar o en busca de alguna
tierra prometida. Ese lugar -muy al norte-, desconocido en su tiempo para De
Acosta, era el extremo este de Siberia en Asia y la actual Alaska en América
del Norte; tierras que recién fueron descubiertas para occidente en 1728 por el
navegante dinamarqués Vitus Bering. Hoy esos territorios están separados por un
brazo de mar muy estrecho llamado Bering en honor de su descubridor para
occidente. Durante gran parte del Pleistoceno ese estrecho no existió porque el
agua estaba congelada en la tierra y sobre el agua, formando inmensas masas de
hielos, los glaciares. Esto determinó que, al tener los océanos del mundo menos
agua líquida, el nivel de costa era más bajo que en la actualidad y las tierras
que el mar no ocupaba se podían habitar. Al territorio que quedó libre de agua
entre el oriente de Siberia, por un lado, y Alaska y el oeste del territorio
canadiense de Yukon por el otro, junto con las tierras emergidas que las
rodean, se lo denomina Beringia. Por Beringia se podía “pasar caminando” de
Asia a América, en otras palabras, el desplazamiento de las poblaciones humanas
pudo haber sido por vía terrestre. Esto es lo que, en algún momento, habrían
hecho algunos, quizás persiguiendo animales, quizás caminando y navegando por
la costa. Más tarde fueron internándose en el inmenso continente americano,
hasta poblarlo totalmente.
La discusión en la ciencia. A fines del siglo XIX y principios del XX,
distintos investigadores norteamericanos publicaron numerosos trabajos con
ideas muy parecidas a la de De Acosta. Algo similar se sostiene en la actualidad,
pero la diferencia está en el rango temporal, es decir en el consenso en cuándo
podría darse la dispersión humana en América. Tanto De Acosta como Hrdlièka
(1929) y la mayoría de sus colegas estimaban que los primeros grupos habrían
ingresado a nuestro continente no más de 2 o 3.000 años antes de la conquista
por parte de los europeos, e incluso más tarde. Como veremos más adelante,
actualmente no se piensa en menos de 12.000 años. En la década de 1930,
investigadores difusionistas como Paul Rivet (1930, 1943) y José Imbelloni
(1938) entre otros, propusieron varias rutas diferentes de ingreso temprano al
continente y varias oleadas migratorias. Por ejemplo, se propusieron rutas
transpacíficas e incluso a través de la Antártida. Para estos autores, ya no
era importante Beringia, sino que era una ruta más de las usadas por las
diferentes oleadas migratorias. Cada una de esas oleadas migratorias
representaba la llegada y la difusión de una población biológica –es decir una
“raza”– distinta, cada una con su lenguaje y sus “rasgos” culturales. Cada una
de ellas ocupó una región similar a la de las poblaciones históricas que se le
parecían y con las que podían relacionarlas. Esto es muy interesante pues casi
no había a principios del siglo XX información sobre las características
físicas de los primeros americanos y menos aún sobre sus lenguajes. Paradójicamente,
esta postura sigue manteniéndose casi sin cambios en la actualidad. Finalmente,
terminó imponiéndose la postura que consideraba a Beringia como única ruta
temprana que podía ser aceptada.
Peláez, Pablo. “El poblamiento de América”. “Fichas de la Cátedra Fundamentos
de Prehistoria”. Buenos Aires, OPFYL (UBA), 2001.
Actividad:
Luego de leer el texto, identifiquen las
hipótesis formuladas por cada uno de los siguientes investigadores:
a) el jesuita
José De Acosta;
b) el
investigador Hrdlièka;
c) el
investigador Paul Rivet;
d) el
investigador José Imbelloni.
10 julio 2022
14 junio 2022
APRENDER DEL ERROR
APRENDO DEL ERROR
Equivocarse es consecuencia de haber intentado.
Cuántas veces nos caímos y nos levantamos. Cuántas otras nos equivocamos y
seguimos. Seguir sin aprender algo de lo experimentado es no haber entendido.
Pero detenernos para reflexionar sobre el error, conocerlo, quitarnos los
miedos y avanzar… eso sí es aprender. Esto no quita que volvamos a caer, a
confundirnos, a equivocarnos. Es humano. Debemos sacarle el jugo al error con
el objetivo de minimizar su aparición en el futuro. O mejor aún, de dar un giro
para mejorar la situación, para solucionar el problema y para prever los
posibles errores por venir. Fallar lo menos posible, entonces, es nuestro
objetivo. Porque fallar siempre será parte de toda experiencia humana.
Fallemos, no para frustrarnos y abandonar todo, sino para superarnos y seguir
adelante.
Para reflexionar: Buscar en la memoria un recuerdo de una situación o de un conflicto donde sentiste que cometiste un error y responder:
1) ¿Cuáles fueron tus
sentimientos en ese momento?
_______________________________________________________________
2) ¿Cómo se resolvió el
conflicto?
_______________________________________________________________
3) ¿Alguien te ayudó a
resolverlo?
_______________________________________________________________
4) ¿Qué aprendiste de esa
experiencia?
_______________________________________________________________
5) ¿Qué habilidades
desarrollaste?
_______________________________________________________________
6) ¿Cómo enfrentarías esa
dificultad hoy?
_______________________________________________________________
A través de este cuestionario comenzaste a elaborar lo que se conoce como autocrítica, el “Juicio crítico sobre obras o comportamientos propios” (RAE). Para poder ejercer apropiadamente esta crítica personal es necesario mirarnos para dentro con piedad, respeto y aceptación. Sin estresarse, sin enojarse, sin castigarse. Quizá escuchaste la frase “errar es humano”. Esta viene del latín “errare humanum est” y significa que equivocarse es parte de la naturaleza humana. Sin embargo, no se debe buscar repetir el error sino aprender de la experiencia. Vale recordar que algunos errores pueden prevenirse. Es necesario investigar por qué uno se equivoca para poder iniciar el proceso de retroalimentación y crecimiento. Para ello es muy útil hacerse algunas preguntas, como las que siguen a continuación:
|
Nunca |
A veces |
Siempre |
a. ¿Me
equivoco porque no presto atención? |
|
|
|
b. ¿Me
conformo con resultados parciales? |
|
|
|
c. ¿Delego
la responsabilidad de mis producciones en otros? |
|
|
|
d. ¿Me
animo a pedir ayuda? |
|
|
|
e. ¿Me
siento capaz de decidir autónomamente? |
|
|
|
f. ¿Comprendo
las consignas que me dan? |
|
|
|
g. ¿Me
organizo bien? |
|
|
|
h. ¿Tengo
fe en mis propias habilidades? |
|
|
|
i. ¿Pierdo
mis materiales de estudio? |
|
|
|
j. ¿Siento
que puedo mejorar? |
|
|
|